domingo, 21 de abril de 2013

Popurrí de sencillos - Abril 2013


Sí, Audiorama vive. O mejor dicho, vive de nuevo, como un monstruo de la ficción gótica decimonónica. A pesar de que terminar el proyecto en una lista relativa al fin del mundo resultaba tentador y poético, he de admitir que hubiera sentido un pinchazo de arrepentimiento. Este proyecto me da una liberación, necesitada, del mundo de los libros —que aunque maravilloso, llega a cegar ante otras cosas, a dejarlo a uno fuera de las modas, de los movimientos sociales, una eterna víctima del ostrakón moderno. Así que trataré de revivir este espacio de verdad, con entradas que si bien no tendrán un ritmo definido y relampagueante, tampoco se espaciaran por meses.

Esta entrada, he de decirlo, me la venía saboreando desde hace unas dos semanas. Sin embargo, sentado ante la pantalla del ordenador, nunca sabía cómo poner las cosas. En el espacio que me ha llevado decidirme a regresar Audiorama y escribir este artículo en específico, algunas cosas han pasado: los álbumes de Kashmir y Yeah Yeah Yeah’s han salido a la luz, por lo tanto restando importancia de novedad a los sencillos ‘Seraphina’ y ‘Sacrilege’ respectivamente. Del primero baste decir que me parece una canción encantadora que pudo ser mejor sin tanta sobreproducción (un mal que aqueja a todo el álbum, E.A.R., del cual tengo planeada una reseña completa). El segundo caso, en cambio, me agarró por sorpresa. No esperaba gran cosa, dado que nunca he sido fan de la banda y la portada del disco Mosquito no parecía nada alentadora. Me equivoqué, al menos en cuanto al sencillo: es duro, fresco y divertido. Me recuerda a su corte ‘Gold Lion’, sólo que mejorado por el coro góspel que usan hacia el final y el perfecto video sexoso. En resumen, me sorprendió, pero ahora ya se puede escuchar el disco completo y al parecer no le ha ido bien con la crítica.

Entonces, baste con hacer aquí un recuento de otros sencillos relevantes que pertenecen a discos cuya estadía en la sombra no ha terminado, dando de comer a nuestra expectativa anual —y miren que este año nos ha puesto particularmente gordos.


Sigur Rós – ‘Brennisteinn’ (Kveikur)
Cuando la banda dejó ir a Kjartan Sveinsson, pensé que se nos venía encima una tragedia. Más tarde apareció un video en el cual dejaban escuchar 30 segundos de algo nuevo, algo extraño, y ya no temí más. Ese algo raro era ‘Brennisteinn’, una canción que me devuelve la esperanza de que los veteranos islandeses todavía guarden aires de renovación y furia creativa en sus pechos. No puedo describir el corte sin usar esa palabra: furia. No habían sonado así de desencadenados desde ( ), con la excepción de brevísimos momentos de Med Sud i Eyrum…. Pareciera que están desesperados por mostrar que Kjartan no era necesariamente lo que los hacía buenos músicos, y en su desesperación han producido una pieza de post-rock tradicional, pesado, poderoso como el toro que aparece en el video. Por cierto, en ese video se han dejado de rodeos y han aparecido por primera vez (sin contar los documentales Heima e Inni) como músicos, tocando. Todo sobre ‘Brennistein’ —ese acto de presencia inusitado, los tambores amenazantes, el clímax hinchado cerca de los 5 minutos— hace pensar que la banda quiere establecer que está aquí, presente, y que no ha perdido un ápice de fuerza. Eso importa puesto que un Sigur Rós sano es una verdadera fuerza de la naturaleza, un huracán definitivo; y eso me tiene muy, muy emocionado.

The National – ‘Demons’ / ‘Don’t Swallow the Cap’ (Trouble Will Find Me)
Lo primero que cayó a nosotros de este disco fue una portada que dividió opiniones (a mí me encanta) y el tracklist, que no incluía ‘Rylan’, una muy linda canción que habían estado tocando en vivo. He de admitir que eso me desanimó un poco, pues era mi favorita de cuanto material nuevo había escuchado. Luego surgieron estas dos. No diré que cubren un espectro emocional muy grande, pero eso está bien porque nunca le pediré a The National algo que no sea hacerme sentir mal de un modo exquisito. Lo logran: ‘Demons’ tarda en hacer click, con su sección de viento escondida tras una pared de guitarras. El harmonium oscila sobre un ritmo 7/4 que se intensifica hasta llegar al fin del puente, dónde las guitarras parecen ser tocadas con las manos deshilachadas, sin fuerza ni convicción. En otras palabras, reflejando perfectamente el mood de The National. ‘Don’t Swallow the Cap’, por su parte, fue una sorpresa total. Nadie esperaba que soltaran 2 canciones juntas, y menos que la segunda superara a la primera. El ritmo ya no es tan extraño como el de ‘Demons’ —de hecho me recuerda en este respecto a ‘Bloodbuzz Ohio’—, pero todo eso se compensa con un coro infeccioso, y una letra pobladísima de versos memorables: “Everything I love is out to sea” “Tiny bubbles hang above me / It’s a sign that someone loves me” “I have only two emotions / Careful fear and dead devotion” y , por supuesto, “If you want to see me cry / Play Let it Be or Nevermind”. Algunos escuchas de prueba afortunados reportan que el álbum en ningún momento baja de nivel con respecto a estos dos sencillos. Si es así, tendré que callarme la boca y perdonarles la omisión de ‘Rylan’. Esperemos.

Daft Punk – ‘Get Lucky’ (Random Access Memories)
Ayer lei un tweet que resume bastante bien mis pensamientos sobre este sencillo. Parafraseando, iba algo así como “¿Hicieron tanto pedo por algo que parece funk de hace 30 años?” En efecto, ‘Get Lucky’ simplemente no suena nueva. Eso no significa que no tenga virtudes, claro: para empezar, es divertidísima. El coro es sencillamente imposible de sacar de la cabeza una vez que entra, a pesar de que en una primera escucha suena molesto y desafinado. Una de las cosas que me molestan un tanto sobre la canción es que, en mi opinión, Daft Punk no está en el asiento delantero. La parte vocal de Pharrell Williams es lo que más se nota, mientras que la música funk-disco de Nile Rodgers opaca los intentos de intervención por parte del dúo francés. Parece mucho más una colaboración de Daft Punk en un disco de Pharrell que viceversa. Como sea, no es una mala canción, sólo no me habla del futuro musical del modo en que ‘Aerodynamic’ o ‘Around the World’ lo hacían. Me habla del pasado. Eso no es malo, sólo no es lo que espero y gusto de Daft Punk. Veamos si la versión del álbum, que durará más de 6 minutos, incluye partes más protagónicas para ellos.


Queens of the Stone Age – ‘My God is the Sun’ (…Like Clockwork)
Si me quejé de que Daft Punk no está siendo Daft Punk en ‘Get Lucky’, ahora es momento de declarar que ‘My God is the Sun’ es demasiado QOTSA para mi gusto. Mi problema con este sencillo es que le veo el elemento que intangiblemente hace a la banda de Josh Homme tan distintiva: la agresión, y el regodeo en ella. El problema es que aunque las guitarras y los golpes de tambor están ahí, no van en beneficio de una melodía fuerte sino de su propio existir como ejemplos de agresión. ‘No One Knows’, ‘3’s and 7’s’, ‘Go With the Flow’, y otras grandes canciones de la banda solían tener un fondo melódico muy fuerte, que justificaba toda la fuerza desmedida que Homme y los suyos soltaban. ‘My God is the Sun’ no tiene este fondo, en mi opinión. Son 4 minutos de tamborazo y guitarrazo sin que nada llegue a nada, ni conecte con otra cosa, ni provoque ganas de cantar, ni me lleve a mover el pie siquiera. La dicción de Homme también es muy pobre por momentos. De lo mejor es el coro y la inclusión de maracas, que por lo menos le dan una semblanza de vibra propia a la canción. Es QOTSA, sí, pero rutinario y falto de inspiración. Preocupante.


Austra – ‘Home’ (Olympia)
Hace unos años surgió una canción preciosa llamada ‘What Else is There?’, firmada por Röyksopp en colaboración con Karin Dreijer de The Knife. Siempre me había preguntado a qué hubiera sonado un disco entero de esa combinación, y mi respuesta es Austra. La voz de Katie Stelmanis no es tan distintiva como la de Karin, pero sí es igual de bella; mientras que quienes la acompañan tienen todo el talento de Röyksopp, si no más. Este año estaremos recibiendo su segundo LP, después de un intento debut —Feel it Break— que no recibió la atención debida según creo. ‘Home’ es el primer corte desprendido de este nuevo álbum, Olympia, y suena un tanto diferente a lo que la banda acostumbraba hasta entonces. Todavía siento la vibra tribal del primer disco, pero parece estar siendo usada para efectos más festivos que oscuros —por lo tanto ‘Home’ despierta en mí un resplandor de alegría, mas sin el involucramiento emocional de canciones pasadas como la fabulosa ‘Spellwork’. Si tuviera que encontrar una diferencia, aunque  no es tan fácil, diría que en Feel it Break estaban concentrados en lograr un sonido poderoso, en cubrir de sintetizadores y voz una fuerte base de música tribal, pero en ‘Home’ no están cubriendo la base del todo. Los sintetizadores suenan más acallados, subordinados al ritmo tribal, como si buscaran más hacer bailar que hacer escuchar. A reserva de saber si esta dirección es en efecto la que prevalecerá en Olympia, le doy la bienvenida, puesto que está lograda con arte y técnica impecables.



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