Warpaint – Warpaint
2014
Rough Trade
51 min.
Dream Pop / Trip Hop / Ambient Pop
Rough Trade
51 min.
Dream Pop / Trip Hop / Ambient Pop
⋆⋆⋆½ - 3.5
La tribu liderada por Emily Kokal
vuelve a la carga con su segundo LP, un trabajo intrigante, que entrega mucho y
también adolece a ratos. Ciertamente nos encontramos ante una colección de
canciones que demuestra intención de llegar a una estética definida, y no sólo
intención, sino el despliegue efectivo de ella. Esta estética es encantadora:
adentrada en un dream pop soñador,
lento y atmosférico como el que pocos intentan hoy en día con tanto éxito.
Quizá Beach House se venga a la mente, pero las texturas de Warpaint van acompañadas de una capa
metálica que no aparece en, digamos, Teen
Dream (2010). Este fin atmosférico, que prefiere dejar una canción cocinar
durante cinco minutos a explotar sus ganchos durante tres aparece en todo su
esplendor en cortes como “Biggy” o el primer sencilo, “Love is to Die”.
Mientras tanto, la capa metálica de la que les hablaba no es una figura
retórica, sino que en bastantes ocasiones es literal: la banda introduce
metales jazzeros de una manera hipnótica en el trasfondo de varias canciones,
mezclándolos con la línea melódica de las guitarras de un modo muy similar al
que Radiohead lo hace en In Rainbows (2007), disco con el que Warpaint guarda una
velada pero consistente relación. Baste como evidencia de esto una escucha
cuidadosa a “Teese” o “CC”, o bien a la sección final de “Drive”, que bien
podría adornar una versión aletargada de “Weird Fishes”, pieza de la pandilla
de Yorke.
Sin embargo, el enfoque lento y
paciente de la banda no termina por funcionar en todas las piezas, o por lo
menos podría resultar decepcionante para un escucha casual. Muchas de estas
pistas no tienen coro ni clímax bien establecido, sino que se desenvuelven
orgánicamente, y a menudo de manera cíclica, hasta caer en un final difuso.
Canciones planas. Nada esto es un pecado, pero no nos olvidemos del género:
este es un álbum de pop, al menos en su epidermis. Lo es porque tiene voces
amables, instrumentación etérea y líneas melódicas convencionales, pero por
momentos parece que quiere romper con el canon estructural del género y
volverse algo más oscuro, elusivo, cercano al trip-hop o al ambient pop; y digo, eso es un
experimento interesante, pero al comparar una de las canciones planas (“Go In”)
con otra que sí llega a un clímax definido (la fabulosa “Drive”), es fácil
darse cuenta de qué momento es más efectivo, memorable. Pista: no es el
primero. Para ser un álbum de pop, es innecesariamente difícil por momentos
seguirle la pista, mover la cabeza al ritmo, tararear.
En resumen, Warpaint es un álbum un tanto ambivalente; complicado para quien
busque melodías inmediatas, pero con interesantes experimentos formales y
numerosas recompensas sonoras enterradas para aquél escucha dispuesto a darle
varias repasadas. Warpaint demuestra que tienen una idea en mente, pero dejan
la puerta abierta para muestras más desarrolladas de esa idea en un futuro.
Track Picks: “Intro”, “Love
Is to Die”, “Biggy”, “Disco//Very”, “Drive”.
2014
Caldo Verde
62 min.
Folk contemporáneo / Americana / Slowcore
Caldo Verde
62 min.
Folk contemporáneo / Americana / Slowcore
⋆⋆⋆⋆½ - 4.4
En su álbum anterior bajo el nombre Sun
Kil Moon, Among the Leaves (2012), el
cantautor norteamericano Mark Kozelek ya había dado muestras de volverse
descaradamente metanarrativo, regalándonos viñetas musicales sobre su propia
vida como compositor hastiado de serlo. Benji
lleva la metanarrativa a pisos todavía más elevados, mostrando escenas de su
vida (y muerte) familiar; pero ahora Kozelek no parece aburrido de componer
canciones. Al contrario, en bastantes momentos de este hermoso LP pareciera que
la música es el único elixir ante la tragedia de un mundo mortal y absurdo. Es
difícil no pensarlo así con una pista inicial tan arrolladora y significativa
como “Carissa”, en la que Kozelek declara estar buscando poesía para darle
significado a la innecesaria y accidental muerte de su prima. Del mismo modo,
en “Truck Driver” el artista nos relata una escena en el funeral de su tío, durante
el cual él levanta una guitarra y pone en trance a toda la familia, llevando a
cabo una especie de rito de sanación musical. Benji se siente como una visita al cementerio, una que repasa
familiares, asesinos seriales e incluso la inocencia de la juventud. Es
probablemente el álbum más conmovedor que he escuchado desde Hospice (2010), de The Antlers, y hace
lo que hace sin vestirse de figuras retóricas ni metáforas; al contrario, Benji no se viste, se desnuda ante
nuestros oídos haciendo gala de un poder honesto, casi documental, obscena y
maravillosamente crudo.
Estoy
abrumado por la cantidad de cosas que pueden decirse sobre este álbum. Podría
bien hacer un ensayo largo sobre cualquiera de los aspectos que he notado, y
creo que por lo menos escribiré uno, pero por lo pronto me gustaría darles una
vista panorámica del monstruo ante el cual se encuentran. Ante la imposibilidad
de hacerlo en prosa y acabar esta semana, recurro a la forma de lista:
1) Las
canciones no sólo relatan escenas dolorosas de la vida familiar e íntima de
Kozelek, sino que se entrelazan para hacerlo. En “Carissa” oímos una referencia
al tío que protagoniza “Truck Driver”; en “I Can’t Live Without my Mother’s
Love” oímos sobre los amores pasados del compositor, eje alrededor del cual
gira “Dogs”. Personajes y temas se van y reaparecen en canciones posteriores,
convirtiendo al álbum en una red de analepsis y prolepsis con dimensión literaria,
más que una colección ordinaria de pistas. 2) Mientras escuchaba “Truck Driver” y “Dogs” empecé a sentir una vibra familiar en la forma en que las voces de fondo acompañaban a Kozelek de maneras espectrales. Terminé por ubicar esa vibra: era una similitud atmosférica con I See a Darkness (2000), de Bonnie Prince Billy, e imaginen mi sorpresa al ver que sí, en efecto, Will Oldham era el que estaba cantando los coros. Me imaginó que también le dio algún consejo a Kozelek, porque ambos álbumes crean ambientes muy parecidos e incluso diré que “Dogs” se parece a “Madeleine Mary” del LP de Oldham.
3) “Dogs” es, en su texto, un catálogo de las experiencias amorosas y sexuales importantes para Kozelek. Lo interesante está en la música: cada que el músico cambia de mujer(es), el acompañamiento cambia con él, dividiendo la canción en segmentos episódicos. No sólo eso, sino que cada acompañamiento va acorde al recuerdo. Por ejemplo, el primer beso es un recuerdo muy distante, infantil, por lo que el acompañamiento es nulo y la voz se escucha como un eco; la batería entra con la pérdida de la virginidad; un pandero gentil la reemplaza cuando Kozelek recuerda a su mejor novia, etc.
4) Algunos se han extrañado de la última canción, “Ben’s My Friend”, y de su aparente desconexión con el resto del álbum. La conexión está ahí, y de un modo muy literal, como un vagón enganchado a la locomotora. La última línea de “Micheline” habla de renovación, del relevo generacional que viene con la muerte: “Her kids stepped up to the plate for her and were there the whole way through.” Así, podemos entender por qué el LP cierra con una historia cotidiana, hasta trivial: la vida sigue, con todos sus dones y trivialidades, incluso entre el mar de melancólica muerte.
Y
hay más, puedo asegurarlo, pero no quiero extenderme demasiado o aburrirlos.
Como ya he dicho, quizá vuelva a escribir sobre este álbum. Y es que es esa
especie de obra, una que invita a la reflexión posterior más que a la escucha y
el desecho. Entre el deshuesadero humano de su vida personal, Kozelek ha
encontrado y pulido una gema del más raro valor —un testimonio de esa Norteamérica
olvidada entre polvo y nieve tan valioso como cualquier novela de Faulkner o
McCarthy. Indispensable.
Track Picks: “Carissa”, “Truck Driver”, “Dogs”, “I Watched the
Film The Song Remains the Same”, “Micheline”.
2014
Domino
41 min.
Art Pop / Synth Pop
Domino
41 min.
Art Pop / Synth Pop
⋆⋆⋆⋆ - 3.9
El
colectivo liderado por Hayden Thorpe y Tom Fleming sigue depurando su sonido en
ésta, su cuarta placa de estudio —de la teatralidad retadora de su debut, Limbo, Panto (2008) a la comodidad
directa aquí mostrada. No tomemos comodidad como un vocablo negativo: en este
caso viene a significar no conformismo, sino un aire de confianza. Los Wild
Beasts de Present Tense no suenan
como si quisieran impresionar a nadie ni tratando de escribir poesía (¿recuerdan
aquella canción llamada “We Still Got the Taste Dancing in Our Tongues”?). Suenan
afirmados, fuertes, sin tapujos ni rodeos, y es por ello que logran impactar.
Su enfoque es más recto y pegajoso que nunca, y al menos yo me he hallado en
problemas para sacarme el outro vocal de “Wanderlust”, o bien el coro de “Mecca”,
sólo por poner dos ejemplos de canciones cantadas por Thorpe. Los turnos al
micrófono de Fleming tampoco se quedan atrás, y —muy acorde a la diferencia
vocal entre él y Thorpe—, es su privilegio entonar algunos de los trozos más
sombríos y lentamente seductores del álbum, cómo el himno synth “Daughters” o “A
Dog’s Life”, cuya intrigante percusión enamora a primera escucha.
Temáticamente,
Present Tense encuentra a la banda en
su modo usual: explorando los placeres y peligros de los sentidos, y tratando
de crear momentos íntimos entre el yo que interpreta la canción y su cómplice
amoroso mediante el copioso uso del posesivo “our” y el pronombre “we”. El
enfoque más violento y recto mostrado en la composición del LP se muestra aquí
reflejado en las letras al varias veces convertirse éstas en declaraciones de Nosotros
vs. El resto del mundo más que en simples canciones de amor. Este tema aparece
tanto en la dulce “Pregnant Pause” (“not everybody understands us”) y en la
memorable y sensual “Mecca” (“we move in fear or we move in desire”) como en el
single abridor “Wanderlust”, quizá la
canción con letra más agresiva en la carrera de la banda: “Don't confuse me
with someone who gives a fuck / In your mother tongue, what's the verb to suck?” Un defecto del álbum es su
difuminación hacia el final, ya que ninguna de las tres canciones se compara
con los puntos más altos del álbum, además de que “Palace” (si bien no es
ningún desastre) no tiene esa vibra especial de clausura que una pista
cerradora ideal debe tener. La lástima es que “A Dog’s Life” sí la tiene,
encarnada en la enorme pared de sintetizadores de su outro, y está ahí, varada a
medio álbum, una gran canción fuera de su lugar.
En
lo personal, este se ha convertido en mi álbum favorito de Wild Beasts por su
impacto y su confianza notable al momento de introducir ganchos. También es
importante aplaudir el trabajo de una banda que, si bien nunca ha logrado
producir una obra maestra, sí ha engendrado cuatro LP’s consistentes sin
repetirse a sí mismos ni venderse ni caer en experimentos fallidos. ¿Cuántos
pueden presumir eso? Quizá haya algo de verdad en esa parte de la letra de “Wanderlust”
que reza “We see the things they'll never see”.
Track Picks: "Wanderlust", "Mecca", "Daughters", "A Dog's Life".
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