Muse
(2012)
53 min.
I
¿Lo hace? Sorprendentemente no. Pero el
resultado que sí emerge de la mezcla tampoco es muy halagüeño. Ya veremos por
qué, paso a paso. Por ahora baste decir que Matt Bellamy y compañía saldrán de
esta aventura con la mayoría de su base de fans intacta, excepto por los pobres
ilusos que todavía esperaban algo como lo de los viejos tiempos, y que tendrán
que ir a pastar a nuevos horizontes. En la tercera sección también quisiera
hablarles de un doble error dentro de la fanaticada de Muse; pero por ahora
dejemos que el disco gire.
II
1. Supremacy – Ellos querían que esta canción estuviera en la
nueva película de Bond; y se nota. Tiene muchos de los defectos que se le han
imputado al Muse de últimos tiempos —letra mediocre, sobre-dramatización, un
sentimiento épico injustificado—, aunque la sección orquestal se oye bien. La
voz de Bellamy también suena en gran condición y la guitarra atruena el piso.
Estoy dispuesto a perdonar los defectos aquí, porque es el inicio y quizá
querían comenzar con todo. La canción termina con fenomenal estruendo y luego…
2. Madness –…todo se derrumba.
Desde los primeros coros, uno sabe que esto no va bien. Una canción de amor más
desabrida que la magnesia, y mucho menos saludable. Una mala parodia de Queen —no
un homenaje— puesta encima de un sintetizador tipo Kraftwerk que nunca va a
ningún lado y el infame “ma-ma-ma-ma-mamama” del que seguramente han oído ya.
Las rimas son ingenuas como colegialas de colegio privado (“air/care” “light/realize”),
y el final deja un sabor plano y desinflado. Infumable.
3. Panic Station – No tiene una pizca de originalidad, pero está
bastante mejor. Por lo menos tiene sabor y brío; se le puede considerar un
homenaje digno del estilo Queen. Toda la canción es bastante decente y rítmica,
pero hacia el final entra una festiva sección de trompetas que realmente me
gusta. Pone de buen humor, aunque no suena al Muse de antaño. También es bueno
que no traten de ser épicos por un momento y sólo se diviertan.
4. Prelude – Un minuto de orquesta, muy similar al
soundtrack de cualquier película de Ridley Scott. Campanitas y piano “conmovedor”
incluidas. Era innecesario separarla de la pista siguiente.
5. Survival – Cuando el preludio anterior acalla, queda una
escueta línea de piano que guía hacia el tema oficial de los Juegos Olímpicos
2012. No sé qué pensar. Creo que es tan kitsch, tan derivativa, tan llena de
clichés, con tantas referencias sonoras forzadas a Bohemian Rhapsody, tan
bombástica, tan estrepitosamente mala; que termina por ser algo casi bueno.
Como las películas de Ed Wood. Ahora, si quedaba alguna esperanza de
profundidad lírica, la enterraron muy abajo.
6. Follow Me – De todas las canciones anteriores que pudieron
rehacer con un twist de sintetizador, eligieron la espantosa “Invincible.” Los
resultados son de esperarse; el coro suena como si los 80’s en su encarnación
más rosa hubieran vomitado sobre una licuadora y los versos no conservan una
melodía recordable, sino que Bellamy gime y grita a intervalos desiguales y
lánguidos. ¿La letra? “Follow
me/ you can trust in me.” Espantosa.
7. Animals – Una buena
canción. Por ciertos momentos parece que estoy siendo engañado, o bien que todo
este champurrado disparejo ha sido una mala broma. Esta canción no desmerecería
en ninguno de sus álbumes. La melodía vocal es vaga, pero la sutileza
instrumental es de agradecerse; no explotan al principio de la canción sin
motivo, sino que esperan al momento preciso, y todo se siente en su lugar. Muy
disfrutable. Hasta se siente nostalgia. La mejor.
8. Explorers – Un
piano pseudosensible, y otra re-imaginación —más descarada— de “Invincible.” Juzgando
por la cantidad de veces que Bellamy dice “free me” en este disco, parecería
que es un prisionero de Alcatraz —y uno muy cursi. Cuando entra la batería, y
después el pandero, la canción se vuelve casi disfrutable, si no fuera por la
letra ridícula y los coros blandos con que cierra. No es asquerosa, pero hay
mucha melaza.
9. Big Freeze – Comienza
interesante, pero los coritos blandos continúan. Y Bellamy sigue hablando de
escapar (¿de qué?). Admitiré que el coro suena bien, atrapa por un momento. La
instrumentación también se oye linda y vigorosa; más del lado simplemente alegre
que del melodramático. De nuevo, no es terrible si no se toma en cuenta —y no
hacerlo es casi imposible— el derramamiento de miel. Luego pasa algo muy
extraño. Bellamy se calla.
10. Save Me - ¿El
bajista se llama Chris, verdad? Bueno, pues él canta ahora. No lo hace mal,
aunque tampoco demuestra mucha personalidad. Es un descanso no tener que
estarte cuidando del falsete perforador de Bellamy, pero es también cierto que
sin él lo demás no se siente Muse. Falta brillo. Tampoco ayuda que la canción
sea tan lenta. Oscila entre lo lindamente hipnótico y lo meramente repetitivo.
El último minuto suena muy bien. La letra es mala, pero se siente más honesta
que los “free me” de las otras canciones. Aceptable.
11. Liquid State – Chris
sigue cantando. Esta vez tanto él como su canción tienen más punch; el riff de
guitarra inicial es atrapante y la canción toma un ritmo de cabalgata
interesante. En el coro aparecen sintetizadores sutiles, que no amenazan ni
entierran la estructura principal de la canción. Eso es bueno, porque esa
estructura es una canción rock directa y bien ejecutada. La tendencia de Muse a
pedir cosas en sus letras (hold me, free me, feed me, sabe me) es, eso sí, ya
muy molesta. No es ninguna maravilla, pero funciona como un buen rocker, aunque
se olvida muy fácil.
12. The 2nd Law: Unsustainable
– La canción que preparó el desastre. Recuerdo la reacción nuclear cuando
se filtró a internet. La voz robótica, los violines melodramáticos, la melodía
machacadora como hecha por un electrodoméstico roto… Bellamy reaparece, pero sólo
para gritar sonidos chirriantes sobre una pared de ruido indistinguible. En general
todo es un desorden de sonidos, y aunque de eso trata la canción —desorden—, no
justifica la cacofonía. No es un desastre total, pero sí es mala e incómoda de
escuchar.
13. The 2nd Law:
Isolated System – Suena como una pieza de Moby mezclada con grabaciones de
noticieros, y eso funciona sorprendentemente bien; como muchos averiguamos con
el remix de UNKLE a “God Moving over the Face of the Waters.” Es instrumental,
es electrónica, pero nada suena a licuadoras diabólicas. Todo está en su lugar,
y hasta produce cierta intriga. Los samples y loops funcionan y le dan un
sentimiento arquitectónico a la pieza. De lo mejor, junto con “Animals.”
III
Escucharlo completo es un tanto agotador, porque es un disco
largo y, para colmo, no es uno bueno. Sin embargo, me quedan ganas de volver a
algunas canciones. Las dos que ya apunté como destacadas, y quizá “Panic
Station” o “Supremacy.” Sin embargo, eso es muy poco. Es una pena que mis
momentos favoritos sean esos en donde dejan de hacer eso de lo que parecen
haberse enamorado: jugar a Queen tocando en Wembley. Desearía que algún día
lograran volver a ser ellos, pero lo dudo. Es muy difícil salir cuando se entra
en una espiral de autoparodia, que además está impulsada por el propio ego. Sí,
porque el ego de Bellamy sólo se compara —contemporáneamente— con el de Brandon
Flowers, de The Killers. Ninguno ha llevado a su banda por buen camino, así
que anoten bien.
Ahora, el doble problema del que
quería hablarles. Hay fans de Muse, ya lo hemos dicho, que esperan otro álbum
como los clásicos, y que han explotado en rabia con éste. Esa es la primera
parte. Pero también hay gente crédula e maleable que pretende camuflar está
conjunción dispareja de pistas sin rumbo fijo como “experimentación.” No es
experimentación. No puede haber experimentación en algo que sólo se regodea en
ideas trilladas. La experimentación es un proceso de filtro, en el que uno
escucha música distinta e incorpora, naturalmente, elementos a su propio
sonido. Esto es una copia dispareja y nada natural. Sólo escuchen “Survival”;
eso no es experimental en ningún sentido, sólo es una imitación deslucida.
Del disco sólo queda decir que
no es un completo desastre, esperar que sea su punto más bajo, y suspirar con
preocupación. Alguna vez tuvimos una banda interesante; alguna vez, hace muchos
años. Ahora tenemos otra, un monstruo distinto. Si hemos de escucharlos en el
futuro, habrá que ajustarse a ello. Pero a mí, sinceramente y a pesar de los
flashazos de talento que muestran aquí, se me está acabando la paciencia.
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